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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Ella, tan amada - Melania G.Mazzucco

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Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) pasó por la vida como un “ángel devastado”. Escritora, arqueóloga, viajera y morfinómana. Fue una mujer excepcional, enigmática y desconcertante. Un personaje errático y herido. Su belleza andrógina, enfundada en una impecable sastrería masculina, enamoró tanto a hombres como a mujeres. Aun así, la soledad y la huida fueron una constante en su vida.  De ella, dijo Thomas Mann –  Si usted fuese un hombre, debería ser declarado excepcionalmente hermoso.   En “Ella, tan amada” (2000), Melania G. Mazzucco (Roma, 1966) hace un recorrido apasionante por los grandes ejes de su vida, arrancando con la muerte de Annemarie a los 34 años. Todo comienza con su nacimiento en Suiza, en una millonaria familia de industriales y aristócratas, de la que rápidamente se distanciará para vivir una libertad sin límites, en las noches más salvajes del Berlín bohemio de los años treinta.  Pero pronto la vida de Annemarie, se llena de relacione

El país bajo mi piel - Gioconda Belli

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-     ¿Cuántos tiranos caben en una vida?  –  dijo mirando fijamente a la cámara, cuando la periodista le preguntó por los más de cien días de violencia que atravesaba su país. Gioconda Belli (Managua, 1948) sabía muy bien de qué hablaba. Nicaragua lleva ya más de 300 muertos en los enfrentamientos contra un gobierno incapaz de abandonar el poder y de salir de su sórdido laberinto.  Probablemente,  la poeta y novelista nicaragüense pensó que con Anastasio Somoza había cubierto el cupo de caudillos y dictadores contra los que rebelarse. Pero no. La vida volvía a situarla en la casilla de salida, y esta vez, la insurrección sería contra sus antiguos compañeros de armas, Daniel Ortega y Rosario Murillo. Gioconda Belli abandonó el Sandinismo en 1994 y pasó a engrosar las filas de los críticos con la deriva autoritaria del sistema, junto con Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, Dora María Téllez y tantos otros …  Hoy resulta fascinante leer “El país

Todo lo que hay - James Salter

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No tenía ni idea de quién era James Salter (Nueva York, 1925-2015). Lo descubrí por casualidad leyendo una reseña de Muñoz Molina y luego supe que se decía de él que era un “escritor para escritores”, es decir, que le leían cuatro gatos … de hecho, el reconocimiento, la fama y las grandes cifras le llegaron después de cumplir los setenta. Cuando empecé a leer “Todo lo que hay” (2012) pensé que se trataría de un mundo desasosegante y corrosivo como el de Yates o John Cheever. Pero no, me equivocaba. Leer a Salter es un ejercicio de delicadeza y precisión que nos lleva a lo atroz sin ni siquiera imaginarlo. Sus personajes se mueven en un laberinto de amor, ambición, desengaño y sexo que vale la pena transitar para salir de él, con algo más de sabiduría.  A través de su protagonista, Philip Bowman, recorremos el ambiente literario de los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Entonces, el destino de los escritores se decidía entre unos cuantos editores de Euro